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Entre lo efímero y lo eterno: Mayte Vieta en el Museo Lázaro Galdiano

Actualizado: 14 may

Desde el 8 de mayo hasta el 6 de julio, el Museo Lázaro Galdiano de Madrid acoge A MAR. A PESAR DE LA AUSENCIA, una exposición de la artista catalana Mayte Vieta organizada por la Fundación Vila Casas. La muestra: compuesta por una veintena de obras entre fotografías (algunas inéditas), esculturas, cajas de luz y espejos serigrafiados, propone un diálogo íntimo con la colección permanente del museo. Tomando el mar como eje simbólico, Vieta construye una pieza poética que atraviesa el tiempo, invita a la contemplación y despliega una narrativa emocional sobre los vínculos, los cuidados y la espiritualidad que habita entre lo fugaz y lo eterno.


Con obras concebidas específicamente para esta ocasión, la exposición se extiende por la galería, el pórtico y la sala de arte invitado. Allí, el visitante se encuentra con piezas de la serie Cuerpos de luz, esculturas de Preludio y Animales del tiempo, cajas de luz como La Nada y Comme j’aime que tu existes, y espejos desde los que emergen símbolos y palabras. Todas parecen flotar en el espacio, suspendidas en un vacío donde el tiempo pierde su linealidad. “El concepto de lo efímero -aquello que dura un día- se convierte en una metáfora de mi obra”, explica Vieta. “Intenté recuperar alguna obra que hablara de ese vínculo entre lo efímero y lo eterno. En definitiva, hablo de la vida y de la muerte”.


En esta intervención comisariada por Natàlia Chocarro, la artista retoma sus inicios en la escultura e instalación para habitar un universo cada vez más espiritual. “Mi obra va cada vez más hacia la espiritualidad”, afirma. La metáfora del mar, presente desde su pieza Silenci (1999), aparece aquí como símbolo de lo inmenso, lo profundo y lo desconocido. “En las profundidades gélidas, ignotas y oscuras del océano, el cuerpo deviene frágil y expuesto. Me interesa esa insignificancia humana frente a una naturaleza ambivalente: a la vez protectora y devastadora”. Esta conciencia también se refleja en su relación con el museo: “Es muy importante respetar el lugar que ocupas. Ser consciente de que estás en el Galdiano. Lo que he hecho ha sido soñar cada noche con ser acogida, porque esta es una exposición muy... muy obsesiva, muy espiritual”.



A lo largo del recorrido, el espectador es invitado a atravesar una experiencia que desborda los límites de la materia para adentrarse en lo invisible. “Las personas que visitan las obras permanentes buscan refugio en un lugar que, de repente, las lleva hacia esa parte eterna que contienen las piezas destinadas a perdurar para siempre”, señala Vieta. “Me fascinó tener la suerte de exponer en el Galdiano y poder eternizar, en cierto modo, la obra contemporánea”. A MAR. A PESAR DE LA AUSENCIA no es solo una muestra, es un estado de suspensión donde el tiempo se diluye, la belleza se vuelve intangible y el alma encuentra un espejo silencioso en el que reconocerse.

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