Jonathan Anderson y la nueva era de Dior

La colección Dior Men Spring-Summer 2026 no solo marca el debut de Jonathan Anderson al frente de la línea masculina de la maison, sino que representa un giro simbólico en la historia de Dior: una reinterpretación emocional y espontánea del vestir masculino. Con su visión singular, Anderson extiende el horizonte y propone un juego entre historia y sofisticación, donde lo clásico se recodifica con ironía, ternura y precisión.

El desfile se llevó a cabo en una sala inspirada en los interiores forrados en terciopelo de la Gemäldegalerie de Berlín. Allí, dos pinturas de Jean Siméon Chardin —artista que en su tiempo prefirió lo cotidiano a lo espectacular— acompañaban la propuesta estética: una declaración sutil sobre cómo el arte, como la moda, también puede ser un espacio público para la empatía, la espontaneidad y la libertad. En esa atmósfera museística, Dior nos invitó a correr con alegría entre las referencias del pasado.

La colección fue una oda al arte de vestirse como forma de juego y reconstrucción. Anderson buceó en los archivos de la casa, rescatando siluetas históricas como el Bar Jacket, chaquetas de frac y chalecos del siglo XVIII y XIX, que convivieron con tweeds de Donegal y corbatas regimentales. Los accesorios narraron otra dimensión del lujo: collares de mariquitas con guiños rococó, charms Diorette, y bolsos reinterpretados como objetos literarios —el Book Tote con cubiertas de Baudelaire o Truman Capote, y un crossbody dedicado a Drácula—, mientras que la icónica Lady Dior fue intervenida por la artista Sheila Hicks con un nido de trenzas de lino puro.

Anderson traza una pregunta esencial: ¿qué es el estilo? Más que una fórmula estética, es una actitud. Un gesto que combina espontaneidad, memoria y deseo. Con esta colección, Dior Men se convierte en un laboratorio de sensibilidad masculina, donde lo viejo se convierte en nuevo y la imaginación encuentra su lugar en la elegancia. El futuro, al fin, se permite sentir.