Lo mejor de la semana de Designers BA AW25
- Julieta Rey
- hace 3 días
- 2 Min. de lectura
La edición número 26 de Designers Buenos Aires cerró con fuerza y emoción, dejando en claro que la moda local no solo está viva, sino que atraviesa uno de sus momentos más expresivos. En una temporada otoño-invierno 2025 marcada por la teatralidad, el cruce de disciplinas y la resignificación de íconos culturales, los diseñadores apostaron por expandir el lenguaje de la indumentaria desde lo conceptual, lo performático y lo político.
Durante una semana donde la ciudad se transformó en escenario, tres nombres destacaron con propuestas que tensionaron los límites entre moda, arte y experiencia sensorial. Desde el despliegue escénico de ESQUINA, hasta la colaboración futurista de Kostüme y la potencia emocional del archivo de Ramírez, cada uno ofreció una visión singular del presente de la moda argentina.

La marca ESQUINA fue la encargada de dar inicio a la semana con un show impactante en el Teatro Broadway, que funcionó como una declaración de intenciones: la moda como espectáculo total. Inspirado en el teatro de revista porteño, el desfile fusionó la sensualidad exagerada del género con una mirada crítica y contemporánea.
Las prendas —hechas con denim intervenido, plumas, tules, brillos y pelos teatrales— fueron diseñadas como trajes de escena. Pero más allá de lo visual, la propuesta de ESQUINA se centró en cuestionar los estándares de belleza, los cuerpos normativos y las representaciones clásicas de la feminidad. En la pasarela, convertida en escenario, se celebró la diversidad, la teatralidad como lenguaje identitario y la moda como herramienta política.
En el Parque Manuel Belgrano (ex KDT), Kostüme presentó su colección #49 en colaboración con adidas Originals, en el marco del lanzamiento de su línea Adizero Aruku. La propuesta puso el foco en la cultura del movimiento desde una mirada sofisticada, experimental y con ADN urbano.
Siluetas transformables, accesorios de líneas geométricas y suéteres tejidos a mano articularon un universo que dialogó con lo sporty y lo retro. Las prendas, con guiños estéticos a los 80s y 90s, se desplegaron en una pasarela circular que borró los límites entre cuerpo, paisaje y presente. El resultado fue una experiencia inmersiva y dinámica, donde la tecnología textil y el diseño conceptual se unieron en clave contemporánea.
Como broche de oro, Ramírez celebró sus 25 años de trayectoria con una propuesta que emocionó al público. En el espacio LABA, el diseñador presentó una colección que revisitó su archivo sin caer en la nostalgia, sino como ejercicio de vigencia y renovación.
El icónico jumper escolar de 1994 fue reeditado junto a Vicunha, funcionando como símbolo de la identidad de marca. La colección, íntegramente negra, presentó piezas de cortes sintéticos, materiales técnicos y una estética depurada que reafirma su estilo esencial y sofisticado. Cada look fue una síntesis de pasado y presente, un manifiesto de autoría en tiempos de producción acelerada.
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